He encontrado este cuento cortito que me ha gustado mucho, y he pensado compartirlo con vosotros a través del blog.
¡Cuantas veces estamos sordos, ciegos, insensibles a la voz, a los signos, a las caricias del Padre...!
Cierto hombre susurró:
¡Dios, háblame! y el árbol cantó.
Pero el hombre no oía.
Luego el hombre, habló más fuerte, pidiendo:
¡Dios, háblame!, y un rayo cruzó el cielo.
Pero el hombre no oía.
El hombre miró a su alrededor y dijo:
¡Dios, permite que te vea!, y una estrella se iluminó con gran resplandor.
Pero el hombre no la notó.
Entonces el hombre gritó:
Dios, muéstrame un milagro!, y en ese minuto nació un bebé.
Pero el hombre no lo supo.
Luego el hombre pide a gritos, en desesperación:
¡Tócame, Dios, y hazme saber que estás aquí!.
Dicho esto, Dios bajó y tocó al hombre,
Pero éste espantó a la mariposa que volaba a su alrededor y continuó caminando...
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