"Solo existo en la medida en que existo para otros, y en última instancia ser es amar" (Enmanuel Mounier)

martes, 12 de enero de 2010

187. Buscando la paz en Silos

Como ya sabéis, los primeros días de este año Antonio y yo nos hemos marchado al Monasterio de Santo Domingo de Silos. Los monjes benedictinos son, al menos para mí, ya viejos conocidos, y el claustro románico un entorno privilegiado del que me encanta disfrutar para un rato de paseo, de reflexión, de oración o incluso de charla (eso sí, en voz baja, y por supuesto fuera del horario de visita de los turistas...). Como siempre, la acogida de la comunidad, materializada en el P. José Luis, el hospedero (y además organista y maestro de canto de los novicios) ha hecho que nos sintiéramos como en casa desde el primer momento.

Hemos intentado seguir durante estos (escasísimos) tres días el ritmo de los monjes, marcado por la liturgia de las horas (puede verse en una de las fotos un diagrama muy ilustrativo del horario monástico). Hemos disfrutado de la gozada de compartir con la comunidad, a veces desde el propio coro de la basílica, la íntima oración de Vigilias o Maitines a las 6 de la mañana, o la de Laudes de las 8, o incluso la más concurrida de Vísperas por la tarde, y al final del día el emocionante responsorio de Completas con el que, acabada la jornada y usando las propias palabras de Jesús, nos ponemos en las manos del Padre ("In manus tuas, Domine, commendo spiritum meum..."). También de las eucaristías, distintas de las que estamos acostumbrados, salpicadas de intensos momentos arropados por la atmósfera singular que crea el eco del canto gregoriano sobre la piedra desnuda.

Y además ha habido tiempo para leer, para pensar y trabajar, y para charlar paseando o tomando un café en algún bar del pueblo. Y para conocer a gente, ya que en la hospedería monástica siempre se alojan personas de todo tipo, y con algunos merece la pena echar un rato de conversación (como es el caso de Jose, que sale en alguna de las fotos), para saber un poco de su vida y qué les ha traido por allí.

Es una lástima (aunque resulte comprensible dadas las condiciones de esta hospedería) que sólo admitan huéspedes varones, pero se trata de una experiencia absolutamente recomendable y a la que os animo a los que podáis buscar un hueco en la ajetreada vida que llevamos, día tras día y mes tras mes...

Pongo a continuación algunas fotos de estos estupendos (e insisto, escasísimos) días.















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