"Solo existo en la medida en que existo para otros, y en última instancia ser es amar" (Enmanuel Mounier)

miércoles, 14 de mayo de 2008

93. Agua viva...

En las últimas semanas he visitado (deliberadamente, para poder verlas en todo su esplendor después de lo que ha llovido) varias cascadas y chorreras, todas en la Comunidad de Madrid.
Dicen que en las proximidades de una cascada (o junto a un mar embravecido, o después de una fuerte tormenta) la atmósfera se carga de iones negativos, que son favorables para la salud y el estado de ánimo. Si uno hace caso, es casi una panacea. Yo no puedo atestiguar todo esto, sólo la sensación de paz y relajación, de alegría y optimismo que a mí personalmente que invade cuando me siento a contemplar el agua que cae a borbotones.

Se me ha ocurrido que quizás también sean buenos sitios para orar... Quizás ese aire ionizado nos predisponga también a abrirnos mejor al Padre, a estar más atentos al susurro del Espíritu en nuestro interior mientras nos azota el rostro una neblina de gotitas minúsculas arrastradas por el viento...

Debo confesar que nunca he rezado al pie de una cascada, sencillamente nunca se me había ocurrido. Pero de momento, hacerlo de forma virtual tampoco es mala idea. Así que os propongo a continuación un ratito de oración, y os ofrezco varias fotos de algunas de las cascadas que he visto: Purgatorio (en Rascafría), Somosierra, San Mamés, y de alguna otra más, como el Salto del Nervión, la de Gujuli...

Os propongo que ampliéis la foto que os guste más, pero en una ventana o pestaña aparte (con el botón derecho del ratón), para que mientras, si queréis, podáis escuchar "Agua, lávame", de Brotes de Olivo, pulsando en el botón del reproductor:




O si preferís, una grabación del sonido de una cascada real:



Jn 4, 13-14:

“Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le de se convertirá en él en fuente de agua que brota para la vida eterna”


Oración:

Tengo miedo a decirte sí, Señor.
Tengo miedo a beber en tu fuente,
¿Donde me llevarás?
Tengo miedo a firmarte una hoja en blanco.
Tengo miedo a decirte un Sí

que reclama otros Síes.
Y no obstante no hallo la paz.
Tengo sed... mucha sed, y tú me ofreces
el agua que brota hasta la vida eterna.
Igual que la Samaritana tengo sed, Señor...
mucha sed.
Pero estoy bebiendo en fuentes
que no me la apagan.
Tengo sed de paz,
sed de libertad,
sed de felicidad,
Tengo sed de ser amado, valorado, perdonado.
¡¡Tengo sed de Ti, Jesús,
fuente pura de agua viva...!!

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